Cuerpo etérico
El cuerpo etérico
El cuerpo etérico posee aproximadamente la misma extensión y forma que el cuerpo físico. Por ello también se encuentra la denominación de «doble etérico» o «cuerpo físico interior». Es el portador de las fuerzas modeladoras para el cuerpo físico, así como de la energía vital creadora y de todas las sensaciones físicas.
El cuerpo etérico se forma de nuevo en cada reencarnación del hombre, y vuelve a disolverse en el plazo de tres a cinco días después de su muerte física (el cuerpo astral, el cuerpo mental y el cuerpo causal continúan existiendo después de la muerte, y en cada nueva encarnación se unen otra vez al recién formado).
El cuerpo etérico atrae energías vitales del sol a través del chakra del plexo solar, y energías vitales de la tierra a través del chakra basal. Acumula estas energías y, a través de los chakras y los nadis, las conduce al cuerpo físico en flujos vitales ininterrumpidos. Las dos formas de energía se encargan de mantener un equilibrio vivo en las células corporales. Cuando el «hambre de energía» del organismo está saciado, la energía sobrante del cuerpo etérico se irradia hacia fuera a través de los chakras y de los poros. Sale a través de los poros en filamentos de energía rectos de aproximadamente 5 centímetros de longitud y constituye el aura etérica, que, por lo general, es la primera fracción del aura total percibida por las personas clarividentes. Estos rayos se disponen en torno al cuerpo físico formando como un manto protector. Impiden a los gérmenes patógenos y a los contaminantes penetrar en el cuerpo, y simultáneamente irradian un flujo constante de energía vital hacia el entorno.
Esta protección natural significa que, básicamente, una persona no puede enfermar debido a causas de origen externo. Las razones de una enfermedad radican siempre en ella misma. Los pensamientos y emociones negativos, y una forma de vida que no esté en consonancia con las necesidades naturales de cuerpo (sobreesfuerzo, alimentación insana, abuso de alcohol, nicotina y drogas), pueden consumir la energía vital etérica, por lo que la irradiación energética natural perderá intensidad y vigor. De esta forma surgen zonas débiles en el aura. Los filamentos energéticos mencionados aparecen doblados o se sobre cruzan en formas desordenadas. El clarividente puede reconocer «agujeros» o «grietas» en el aura, a través de los cuales pueden penetrar en el cuerpo las vibraciones negativas y las bacterias causantes de enfermedades. Además, la energía vital puede «escapar» de la zona no material a través de estas heridas.