El libro de los ejercicios internos 06

El libro de los ejercicios internos 06

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Doctor STEPHEN T. CHANG

EL LIBRO DE LOS EJERCICIOS INTERNOS

Parte 6ª

EL ABDOMEN

Comience este ejercicio en posición de parado Los bra­zos extendidos hacia adelante, ligeramente más arriba del pecho. Inspire profundamente de manera que los pulmones se llenen de aire y que el pecho se infle. Ahora comience a espirar lentamente, utilizando solamente los músculos abdo­minales para expulsar el aire de los pulmones. Durante la espiración, baje lentamente los brazos a los costados y con­traiga todo lo posible los músculos abdominales. Al hacer una nueva inspiración, coloque los brazos delante suyo. Repita el ejercicio 7 veces en total.

Este ejercicio fortifica les intestinos, el colon y los órganos internos del abdomen. Fortalece los músculos del vientre y permite curar las alteraciones tales como el estre­ñimiento, y la diarrea. También mejora la manera de pararse y fortalece la columna vertebral.

LOS PULMONES

Para comenzar párese, la espalda bien derecha, el mentón ligeramente entrado, la cabeza derecha (como si la nuca se estirara hacia arriba), los pies separados conservando la amplitud de los hombros y paralelos entre ellos. Ahora espire vaciando bien sus pulmones y mantenga las manos cruzadas detrás de la espalda. Inspire lentamente inflando los pulmones y separando las manos (que están detrás suyo) de su espalda. Mantenga el mentón entrado y sola­mente respire con el pecho mientras hace el ejercicio. Al espirar, suelte 1as manos y lleve los brazos delante suyo. Continúe elevando los brazos llevando las manos sobre la cabeza luego detrás de la espalda y vuelva adelante para formar un gran círculo. Durante toda la rotación los dedos deben estar tensos. Después cruce los dedos detrás de la espalda y repita el ejercicio con la inspiración. Hágalo 7 veces.

Mientras inspira aire en sus pulmones, piense en la energía nueva que viene a vivificar los tejidos pulmonares. Al espirar, imagine que todos los microbios, el aire viciado y las toxinas abandonan los pulmones. Este ejercicio permi­te curar cualquier insuficiencia pulmonar, incluso un simple resfrío. Fortifica todo el sistema respiratorio, incluso la piel (que muchas veces se la llama el “tercer pulmón”).

LAS GLÁNDULAS SEXUALES Y LA PARTE INFERIOR DEL CUERPO

Los primeros síntomas de vejez que a menudo se sien­ten son el frío o entumecimiento de las piernas y de los pies debido a una mala circulación de la sangre en las extremida­des, la rigidez de las articulaciones y la falta de energía sexual.

El objeto de este ejercicio es remediar todo eso y otros problemas de degeneración de la parte inferior del tronco, devolviendo así la juventud al cuerpo. La postura aumenta la circulación en los dedos de los pies, los pies y las piernas, como así también en todos los órganos del abdomen. Flexibiliza la pelvis y las articulaciones de las rodillas y de los tobillos, fortifica los nervios en toda la parte inferior del tronco y estimula los meridianos de los riñones, del hígado, del bazo y del páncreas que suben por el costado interno de las piernas y pasan a los órganos sexuales.

Actúa curando las insuficiencias sexuales tales como la impotencia, la eyaculación precoz, como así tam­bién las alteraciones menstruales de la mujer tales como los dolores de la regla y hemorragias. También es un ejercicio excelente para la mujer embarazada porque abre la pelvis y favorece el parto.

Siéntese en el piso y flexione las piernas separando las rodillas para que las plantas de los pies se toquen delante suyo. Primero frótese las plantas de los pies una contra otra hasta que entren en calor, luego déjelas en contacto una con otra. Luego masajee los dedos de los pies con los dedos para estimular la circulación en los pies. Des­pués, con los pies juntos, acercar todo lo posible los talones a la pelvis. Haga descender las rodillas hacia el piso apoyan­do los codos sobre los muslos teniendo con las manos los dedos de los pies. No haga fuerza sobre las rodillas; sola­mente deje que los músculos se relajen mientras empuja hacia abajo. Luego, con la palma de las manos, masajee el interior de los muslos, pasando después por las rodillas, y subiendo hasta la pelvis. Esto estimulará los meridianos del hígado, de los riñones y del bazo y del páncreas. Repita este masaje 7 veces. Al terminar golpee suavemente con los puños la parte interna de los muslos. Esto estimulará la circulación de la sangre y de la energía en las piernas y los órganos sexuales. Continúe el ejercicio tanto como se sienta bien.

EL ALIVIO DEL DOLOR

Este ejercicio muy simple permite aliviar el dolor en la parte superior de la espalda, el hombro o el cuello, y puede ser practicado toda vez que se experimente una molestia en la columna vertebral.

Siéntese en una posición correcta. Si el dolor que sien­te está localizado en la parte superior derecha de la espalda, deje que el brazo derecho descanse inmóvil sobre los muslos. (por supuesto que usted cambiará de brazo si el dolor se localiza en el costado izquierdo). Extienda el brazo izquierdo delan­te del pecho, los dedos tensos. Fije los ojos en los dedos de la mano izquierda y comience a levantarla lentamente de costado. Continúe respirando normalmente, y levante el brazo lo más alto posible. Luego baje lentamente el brazo izquierdo y llévelo a la posición inicial. Haga este movimien­to 7 veces. El ejercicio ayuda a desviar la atención del dolor sentido en la parte superior del tronco y aporta ener­gía que cura la zona dolorida. Durante todo el ejercicio, fije su atención en la mano levantada. Si su mente se disper­sa, vuélvala a su mano. Si quiere sincronizar la respiración con el movimiento de la mano, inspire mientras el brazo se eleva y espire mientras lo baja.

LAS MANOS, LOS BRAZOS Y LA PARTE SUPERIOR DEL CUERPO

Primera Parte

Este ejercicio es parecido a los que se practican en el Tai Chi, el Kung Fu y el Karate. La postura desarrolla la fuerza de los brazos y de las manos, tonifica los músculos y los nervios de los brazos, aumenta la circulación de la sangre y estimula los meridianos del corazón, los pulmones y el constrictor del corazón, que se encuentran en los bra­zos. El secreto de este ejercicio radica en que aumenta la energía de los brazos, ni siquiera la masa muscular. Gracias a la concentración en la corriente de energía en el interior de los brazos y de las manos, sus brazos serán fuertes, y de este modo, se cansarán menos cuando desarrolle tareas manuales. Este ejercicio permite curar las insuficiencias que pueden afec­tar a los brazos, tales como la artritis, la afección a los ten­dones y el “codo del tenista” (tenis elbow o inflamación de la zona del húmero).

Este ejercicio se puede hacer sentado, parado o acos­tado.

Para comenzar, su mano derecha se encuentra cerca de la axila derecha, la palma dada vuelta hacia adelante. Aleje lentamente la mano del pecho y extienda completamente el brazo empujando con la parte inferior de la palma. Man­tenga los dedos flojos y respirando normalmente, trate de sentir que arroja al aire ¡tíos del cuerpo. Repita este movi­miento siete veces, luego higa el ejercicio con la mano izquierda.

Al hacer el ejercicio de presión del brazo y de la mano, procure no forzar nunca los movimientos. La presión debe ser suave y debe tener la impresión que las manos son puro terciopelo, tibias y llenas de energía, firmes pero suaves. Concéntrese siempre a fondo en lo que hace, caso contrario no podrá estimular la energía para que pase bien a lo largo de los brazos, del puño y de la mano.

Segunda Parte

Como el anterior, este ejercicio tiene por objeto estimular y fortificar los brazos y las manos. Son ejercicios sutiles pero muy dinámicos que  fácilmente se pueden ignorar, pero que, cuando se los practica dan resultados muy bene­ficiosos. El ejercicio del Brazo ayuda a curar las alteracio­nes que se refieren a los hombros, a los brazos y a las manos y actúa suprimiendo el dolor causado por el “codo del tenista” (o “tenis elbow”, los tendones y la artritis. Haga este ejercicio cuando le duelan los miembros superiores, y continúe con el tratamiento hasta que haya recuperado la movilidad completa de la parte afectada.FD3B088

Acuéstese en el suelo boca abajo y coloque la palma de las manos en el piso, ligeramente delante de los hombros, conservando una separación igual al ancho de éstos. Los antebrazos y los codos deben quedar en el piso durante todo el ejercicio. Mantenga el pecho y la cabeza levantados por encima del suelo y respire normalmente. Deje las piernas flojas y mantenga una presión ligera pero continua en los brazos. Ahora imagine que avanza con el brazo, completa­mente como un soldado que atravesaría un campo arras­trándose sobre el vientre. En realidad, usted no mueve absolutamente para nada los brazos -simplemente ejercitará su ima­ginación. Manténgase en esta postura durante varios segun­dos con una atención profunda y concentrada. Luego des­canse su mente y gire la cabeza para mirar el talón del píe derecho. Al inspirar, imagine que el aire entra por ese pie. sube a lo largo de la pierna y atraviesa el cuerpo para llegar hasta su brazo derecho y volver a bajar hasta los dedos. Después al espirar, haga subir el aire a lo largo del brazo, luego hágalo descender a lo largo de la pierna derecha para que abandone al cuerpo por el pie derecho. Gire enseguida la cabeza para el otro lado y recupere la respiración utili­zando el pie, la pierna y el brazo del costado derecho, para seguir el aire a través del cuerpo. Repita el ejercicio 7 veces en total cada vez que lo practique.

Gracias a la respiración y a la profunda concentra­ción, usted estimulará los meridianos localizados en los brazos y en las piernas que aportan energía a los miem­bros superiores. Con la práctica de este ejercicio, usted aumentará no solamente la corriente de energía hacia la parte superior del cuerpo, sino que aumentará también la circulación de la sangre. Para que el ejercicio sea eficaz debe concentrarse mucho durante ese lapso. Si durante el transcurso del mismo se da cuenta que su mente se dis­persó, vuelva a empezar todo. Al principio, será incapaz de descubrir la energía que atraviesa el cuerpo, pero con entre­namiento llegará a sentir que la energía entra en el pie, sube a lo largo de la pierna y penetra en el brazo y en la mano. El influjo de energía curará cualquier herida o enfermedad que pueda tener en los brazos o en los hombros.